viernes, 15 de marzo de 2013

CUENTA ATRÁS (QY Bazo): 3



En Última transmisión el sótano es un espacio que funciona como nexo de dos mundos: el interior y el exterior. Interior porque a lo largo de la obra el sótano, de alguna manera, materializa-somatiza el mundo interior del protagoista; se convierte por tanto en campo de batalla de sus conflictos, miedos, pulsiones. Y exterior porque la puerta del sótano conduce, inevitablemente, a las amenazas (reales o no) de las que huye, que le han obligado a refugiarse allí. Durante la escritura de la obra quisimos explorar con profundidad cómo era ese "mundo interior" que cobraba vida y forma entre esas cuatro paredes del sótano. Pero llegaba un momento en que necesariamente queríamos salir al exterior. Quizás en parte para combatir la asfixiante sensación de aprisionamiento que, como a ÉL, nos va sometiendo el sótano en su agón; pero también por la morbosa curiosidad de, al menos, vislumbrar esos paisajes o vistas que nos ha dejado el Apocalipsis.

Llegados a este punto nos planteamos un dilema: ¿Cómo mostrar esa salida? ¿Cómo visualizarla de forma coherente sin romper la convención que se ha establecido durante toda la obra en la que el público, como nuestro protagonista, también está atrapado en el sótano? Entonces dimos con una respuesta en forma de viaje virtual.


Estamos en la recta final de la obra. Los hechos de la trama abocan a ÉL a hacer una salida desesperada al exterior, en busca de una batería con la que arreglar el equipo de radioaficionado. Tras hacer acopio de fuerzas coge su mochila, su máscara y sale. La puerta se cierra con estruendo. El público se queda solo en el sótano. Escuchando cómo la jadeante respiración de ÉL se aleja. De pronto, en una de las paredes del sótano aparece proyectada una imagen en movimiento, muy sucia, deteriorada... pero que nos permite entender rápidamente una cosa: estamos viendo un punto de vista subjetivo. Estamos en la cabeza de ÉL, vemos lo que ÉL ve: imágenes tan desoladoras y perturbadoras como éstas.

  
Mientras el público contempla estos borrosos paisajes apocalípticos por los que deambula en busca de la batería, se escuchan voces que, como flashbacks sonoros, nos traen ecos de lo que sucedió. Destellos del Apocalipsis.

Gracias al video, el exterior se hace presente para el público. Por unos momentos el dentro se vuelve fuera sin dejar de ser dentro del todo. Para evocar el exterior el público no deja de estar en el sótano, en todo caso, el exterior viene a él como si le abriéramos una pequeña rendija desde la que echar un vistazo al nuevo mundo. Quizás, cuando se cierre la puerta tras ÉL, se sientan un poco más tranquilos y piensen que, al fin y al cabo, no se está tan mal aquí abajo.






 

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