martes, 19 de febrero de 2013

PAISAJES APOCALÍPTICOS: El público (QY Bazo)


“Ustedes han adquirido ciertas ideas sobre el teatro. Para ustedes existe, de una parte el escenario, que está elevado, y de otra la sala que está más baja. En su opinión, estos son dos mundos diferentes. La frecuentación de los teatros, les ha falseado esta concepción. Pero estas concepciones, hay que destruirlas. Ustedes no asisten a una obra de teatro. Ustedes no son meros receptores. Ustedes están en el centro mismo de la acción”

Peter Handke. Insultos al público.

Como espectadores, para nosotros la cuarta pared siempre ha sido un cómodo refugio. Una convención que nos otorgaba un cierto distanciamiento que nos permitía "relajarnos" (¿desconectarnos?) en el caso de que la obra representada no lograse contar con nuestra empatía. En Última transmisión queríamos ponerle difícil esto al público. Queríamos contar una historia cruda, intensa y queríamos que llegase al público sin perder ni un ápice de eso. Lograr una empatía, si no completa, desde luego bastante peleona.
Desde el principio queríamos plantear una dramaturgia que pivotase sobre este planteamiento. Apostar por una obra que desde la escritura misma detonase una puesta en escena no convencional. Huir de la dicotomía escenario-patio de butacas para eliminar la distancia física y emocional entre actores y público. Última transmisión se desarrolla en un sótano, y es en él donde arrojamos al espectador. Queríamos explorar una dramaturgia que hiciese que la soledad y la incertidumbre que vive el protagonista fuesen también vividas por el público.

Decidimos que el público no podía sentarse en monolíticas hileras de butacas sino que debía estar diseminado por el espacio en sillas algo distanciadas unas de otras para romper el amparo grupal del "nosotros" del público. Así, como nuestro protagonista, también ellos estarán solos en ese sótano mientras el mundo se desmorona fuera. Y con "fuera" nos referimos a lo que hay justo detrás de la puerta de la sala, pues nuestra extraescena (contínuamente presente gracias al espacio sonoro y a las amenazas que asedian el sótano que comparten actores y público) es el mundo acabado que intenta colarse una y otra vez.
En el taller y después en el trabajo con los actores, nos dimos cuenta que no bastaba con separar al público y dejarlo varado en el espacio. Los actores y nosotros mismos necesitábamos saber qué era ese público, por qué estaba allí; cuál era su papel en esta historia. Nos dimos cuenta que no era solo algo relacionado con la recepción de la obra por parte del público, sino que tenía que ver con la historia misma (el público formaba parte del "cómo" era contado y del "qué" era contado). El resultado de esa investigación conjunta fue descubrir distintos grados de identidad ficcional del público que se van descubriendo conforme avanza la obra.
Si queréis descubrir qué sois en esta historia, tendréis que bajar al sótano.



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