miércoles, 27 de febrero de 2013

PAISAJES APOCALÍPTICOS: Sonidos para el fin del mundo (QY Bazo)


Si en el post anterior nos centramos en todo lo relacionado con el lenguaje corporal y la espacialidad como forma de sumar capas de sentido a la historia desde la puesta en escena, hoy nos apetece reflexionar sobre otro código que también es parte fundamental en nuestra propuesta dramatúrgica y que, afortunadamente, también está cogiendo peso en el proceso dirigido por Agapito Martínez. Nos referimos al uso de los sonidos. No solo a la atmósfera sonora en sí (los sonidos que habitan el sótano, que vienen del exterior, etc.), sino a aquellos sonidos y músicas que ayudan a crear el estado de recepción de la obra idóneo para el espectador. Así que os invitamos a hacer un pequeño experimento. Vamos a hacer un recorrido por los significados que esos sonidos y, sobre todo, melodías han tenido para nosotros tanto durante el proceso de escritura del texto, como ahora en la investigación de la puesta en escena. A ver si así conseguimos, por el poder de la música, poneros en sintonía con los estados anímicos y las imágenes que su escucha nos producían de cara a la construcción del imaginario y las atmósferas de Última transmisión. Y para empezar os animamos a que le deis al "play" al siguiente video y sigáis leyendo el post. Al lío...


Para nosotros la música siempre ha formado parte inseparable de nuestro proceso de escritura. Cuando nos bloqueamos, cuando estamos repasando una escena, debatiendo sobre tal o cual derrotero... no es raro que de fondo esté sonando un tema musical. Siempre es un tema concreto, casi prodría decirse que es como la "banda sonora" que le ponemos al texto, de forma que cada texto nuestro termina teniendo una música muy determinada. En este caso, la primera melodía que nos convocó los estados iniciales de concepción de Última transmisión fue el inevitable "The End" de los Doors. Los lentos fraseos de la guitarra, la cadencia de la batería y, sobre todo, los versos de Jim Morrison nos metían de lleno en ese mundo que queríamos retratar. Un mundo donde nuestro personaje, como en la letra de la canción, "busca desesperadamente la mano de un extraño en una tierra desesperada". A golpe de tecla y bajo estas estrofas surgió el primer esbozo del sótano, o más bien, la primera atmósfera sonora en la que situar al personaje: un espacio con muchos huecos, pesado, solitario y... progresivamente alucinado (va por tí, Jim).
Después de ese primer esbozo vino el contenido. Como ya dijimos en nuestro primer post, nos apetecía explorar desde el medio teatral un género tan concreto como es el de la ciencia ficción post-apocalíptica, así que era el momento de introducir en la historia esas imágenes en forma de instantáneas que son marca del género, nuestros paisajes apocalípticos. Y así, al ritmo de esta pegadiza estrofa de REM, empezaron a dibujarse esas instantáneas (en forma de imágenes, recuerdos, flasbacks) que salpican la historia.


Es sorprendente lo fácil que es caer en el "horror deleitable" que tanto predicaban los romanticistas decimonónicos. En realidad, el espectador del siglo XXI sigue siendo el espectador romántico del XIX, solo que ahora no buscamos un cuadro de Caspar Friedrich con el que deleitarnos y estremecernos. Ahora vamos a las salas de cine a  ver cualquier taquillazo veraniego de Bruckheimer, jugamos a cualquier entrega del Silent Hill, leemos los cómics zombies de Kirkman o las catáZtrofes que narra Max Brooks. Pero la pulsión sigue ahí, latente en todo tipo de imágenes apocalípticas y, por no alejarnos del tema que nos ocupa, músicas. Conforme avanzamos en el proceso de concepción de la obra, nuestro "imaginario sonoro" (es muy romanticista también esto de unir conceptos opuestos) fue creciendo y llevándonos a todo tipo de letras y fraseos apocalípticos. Sirva como botón de muestra un tema tan conocido como repetitivo en la trayectoria musical de Muse...


A esas alturas del proceso ya teníamos muy claro que el ambiente sonoro iba a ser un personaje más de Última transmisión. Queríamos valernos del poder comunicativo de sonidos y música para avanzar en nuestra historia. Por eso, cuando nos presentamos con nuestro proyecto a la convocatoria EN BLANCO se nos ocurrió una locura: presentarles un "teaser" del proyecto (somos publicistas, de alguna forma tenemos que intentar sacarle provecho) a Borja y Javier, para ver si les lográbamos picar la curiosidad. Y desde el principio lo tuvimos muy claro: tenía que ser un teaser sonoro. Gracias a la ayuda de nuestro amigo y realizador Javier Morgade, y con la voz de una increíble actriz y amiga, Ana Hernández Sanchiz, grabamos este pequeño clip.


Al final no nos dio tiempo de incluír el teaser en el proyecto. Pero en esta pequeña pieza de poco más de un minuto ya estaba la semilla del universo que ahora está levantando Agapito: ELLA emergiendo, corporizándose desde la estática, las interferencias de la radio, la voz desafiando el vacío de las ondas... la atmósfera de Última transmisión.

Y así llegamos al final del laboratorio EN BLANCO. Ahora le tocaba el turno a Agapito y Juanje, era el momento de investigar cómo demonios convertir esos mundos sonoros posibles en realidad escénica.


Por un lado están trabajando todos los sonidos que, por supuesto, ayudan a conformar el espacio escénico: los sonidos que el propio sótano parece producir per se (como un extraño zumbido que, como espectadores, nos genera una curiosa sensación de desasosiego), los ruidos que vienen del exterior y que ayudan a esbozar amenazas que, al más puro estilo Lovecraft, nunca terminas de visualizar qué o cómo son. Y por supuesto la radio. Juanje está creando toda una partitura de efectos que hacen que la radio sea más que un mero emisor de estática. Hay mucho más latiendo ahí. A veces amenazante, a veces esperanzador, melancólico. La radio está viva.

Pero no podía faltar la música, nuestra "banda sonora". Ya en las primeras sesiones con Agapito estuvimos de acuerdo en que la obra necesitaba un tema musical que la identificase. Y además queríamos que ese tema se relacionase con ELLA, que fuese su leit motiv. Pero nosotros, después de toda nuestra ensalada musical, éramos incapaces de decantarnos por uno que reuniese todo lo que queríamos "transmitir" con su melodía. Un tema que resignificase la relación que se establece entre ambos personajes. Menos mal que Agapito dio con ella.


Podríamos aquí intentar explicaros el efecto que produce su escucha en mitad de la obra, la forma en que Agapito y Juanje la manipulan, las connotaciones que adquiere, la atmósfera que solo sus primeras notas producen en el sótano... pero (de nuevo os lo decimos: somos publicistas) tendréis que bajar al sótano para averiguarlo.

PD: No podemos resitir la tentación de cerrar este post poniendo la música que nos hubiera gustado que sonase cuando el público abandonara la sala. Vale, Agapito, ya sabemos que no te gusta, pero, como dice María, "eso, para cuando se haga la película". Pues para cuando se haga la película, aquí la música de los títulos de crédito.


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